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4/9/10

Erasmus en Estambul (3)

Notas sobre el día 3 de Septiembre

Es la una de la mañana (el chunda-chunda turco es una pesadilla) y acabo de subir a la habitación después de horas (literalmente horas) de conversación con uno de los encargados del hostal (hay, que yo haya visto, dos chicas y dos chicos), un jordano relativamente insoportable y un alemán muy gracioso (dentro de los límites de la "gracia" alemana, claro). Hemos conversado mucho sobre idiomas, experiencias en el extranjero y cosas así, y luego hemos aguantado un largo discursito del jordano acerca de por qué su país es una mierda; esto merece un poco de atención:
Resulta que, además del control estatal absoluto, la falta de libertad de expresión y la ausencia de eso que este muchacho entienda por democracia, el mayor problema es que no hay trabajo para los jordanos porque inmigrantes egipcios y rusos se quedan con todos. Irónicamente, la conversación ha llegado a un punto en el que el tipo intentaba defender que el gobierno egipcio debía controlar el crecimiento de su población, porque si cada familia tiene diez hijos es normal que no todos tengan trabajo y quieran emigrar; entonces (con muy mala hostia, tengo que reconocerlo) le he sugerido que tal vez el problema lo tiene Jordania por no evitar el crecimiento de su población y que no es que los inmigrantes ocupen puestos de trabajo que no les corresponden, sino que hay demasiados jordanos y su economía no puede absorber a tantos. El resultado ha sido, claro, convenir (más o menos) que el origen del problema es que jordanos, rusos o egipcios no tienen que satisfacer sus necesidades, sino las de la economía, y que eso de culpar a los migrantes no es exactamente buena idea.

Aparte de eso, y porque es muy tarde, algunas notas que pueda compartir con vosotros mañana (cuando actualice el blog):

1) Ya tengo piso. Espacioso, precioso, luminoso y otros adjetivos positivos acabados en "-oso" que se os puedan ocurrir. Cuando esté instalado (a partir de la semana que viene) veréis fotos.

2) He vuelto a comer en el restaurante 100% turco de ayer. Me han atendido estupendamente (sorprendidos de que haya pedido de primero una sopa turca) y además les he devuelto el favor que me hicieron ayer ayudándoles a guiar a un guiri que se paseaba por el barrio como si todo turco tuviera el deber de saber inglés.

3) De tanto andar esta mañana, los zapatos han terminado haciéndome daño. Como soy tonto y no me traje finalmente mis zapatillas deportivas, he cortado por lo sano y me he metido en la primera zapatería turca para turcos que he encontrado. Después de hacer un poco de ensayo y error con los números de pie (que al final han resultado ser los mismos -más o menos- que los europeos), he conseguido comprar unos. Yéndome además contento de la tienda porque el dependiente, que me ha preguntado de dónde era yo, ha pensado que ya llevaba cuatro años en Turquía y no cuatro días (que era lo que yo quería decirle pero no encontraba la palabra "día"). "¿Y en cuatro días has aprendido todo este turco?", me pregunta sorprendido el tipo. "No, no, llevo estudiando turco dos años en España". "Pues no está mal, ¿eh?". Y yo, claro, encantado de que me lancen esos piropos.

4) A vuestra salud, y por un trabajo bien hecho (el de haber solucionado lo del piso), me he tomado mi primer çiğ köfte y una cervecita en el Sanat (referencias aquí). Os dejo aquí una foto del paisaje que veía desde el sitio de la terraza en el que estaba.

El día, sin embargo, termina en cualquier caso con un gusto amargo porque la tía de Rümeysa ha fallecido. Nunca hay palabras suficientes, pero tal vez se pueden encontrar algunas adecuadas...



***

Son las 10:55. Me voy a firmar el contrato. En un rato estoy de vuelta.

***

Bueno... Son las 12:08, hace un poquito que he vuelto al hostal con una copia del contrato bajo el brazo. Le he escrito a Émilie un correo contándole cómo van las cosas y ahora comparto con vosotros una parte (la que puede hacerse pública) de la información.

En primer lugar, después de estarlo pensando mucho, creo que puedo retrataros en unas pocas líneas a los propietarios de mi piso, porque son la monda. Los tres (porque en realidad son tres) son cincuentones. Dos turcos y un inglés. Este último es típico europeo "avikingado", es decir, entre rubio y pelirrojo, muy blanco (bueno, ahora más bien color de cangrejo), ojos claros, bigote de Astérix... Él es quien habla de los temas banales, por ejemplo cuántos apellidos tenemos los españoles y si el primero es el del padre o el de la madre.
Pasemos al segundo elemento del trío, un turco cuyo nombre no recuerdo, que es tan evidentemtne homosexual que me permite pensar que comparte cama con el inglés. Me recuerda a un vecino mío que es TAN gay (entiéndaseme, tiene TANTA pluma) que su perro se llama Versache. De hecho, ayer, hablando de la situación política aquí y del cambio constitucional, este turco me decía que no cree que el país esté "islamizándose" de la misma manera que los "Versache" del fundamentalismo religioso en Irán o Pakistán. Juro que utilizó literalmente esa expresión [o.O]. Él es el que habla de negocios, el que me da señales de lo que le gusta y no le gusta en los inquilinos, el que se escandaliza al ver lo sucio que puede quedar un retrete ("solo tienes que mirar ahí y... uuuh... no sé cómo puedes hacer pis ahí... wargh...", todo esto dicho con una cara muy muy expresiva y las manos sobre el estómago), el que me ha invitado a ir, cuando vengan de nuevo a Estambul, a su casa a tomar un té...
Y por último tenemos a Vedat bey. Un turco TAN turco que no creo ni que se entere de lo que está en juego entre sus socios (y si lo sabe, lo tolera muy muy bien). Es quien hace los papeleos y quien se encarga de los negocios aquí cuando ellos están fuera (dicho por el turco gay, "no es un conserje, ¿ah?, es un hombre de negocios que nos hace el favor de ayudarnos cuando no estamos en Turquía...".

Aparte de este retrato, no hay mucho más que contar. Estoy metido de nuevo en una conversación con el jordano, otro tipo del hostal y una chica austriaca que debería tener precaución porque no creo que las derivas de la conversación puedan ir en otra dirección que un encuentro sexual esta noche, muy tarde, con mucho alcohol, y a saber con cuál de los dos... Y a las 4 voy a por las llaves.

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