Waltz con Bashir

El sábado, aunque no era ese el plan que habíamos hecho, Carmen y yo acabamos en un cine en versión original viendo esta película. Reconozco que entré a verla con algunas reticencias: cine israelí financiado por instituciones israelíes y sobre la guerra del Líbano... aquello tenía pinta de ser políticamente infumable, pero me pudo lo estético.
Me llevé una grata sorpresa al comprobar que la película no es en absoluto complaciente en lo político y estéticamente es tan buena como aparenta.
El mensaje es de una sinceridad pasmosa, un grito desde lo más profundo de la conciencia de los israelíes sensatos (o que al menos parecen serlo), una película que retrata un episodio terrible de un genocidio cruel que continua sin castigo ni control.
Mis sensaciones fueron dos al salir del cine: por un lado, terriblemente cabreado y pensando que posiblemente las atrocidades de aquella guerra se han repetido en Gaza y se repiten todos los días allí donde quedan palestinos; por otro, aliviado porque, aunque sea durante hora y media, uno conserva la esperanza de que, entre tanto cometarros sionista, todavía hay gente capaz de pensar, de sentir y de conmoverse.
Una película imprescindible para saber cómo se las gasta la "gran democracia" de Oriente Medio.