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21/7/08

Hancock

"Sí, ¿qué pasa?, la he visto". Debía a Carmen una sesión de cine con ella y sus amigos y, después de propuestas de la talla de Sexo en Nueva York, una comedia de Will Smith con efectos especiales y apariencia divertida era lo menos malo que podía pasar.
No es ninguna joya cinematográfica, pero la verdad es que últimamente las películas del género acción/comedia son auténticas bazofias y Hancock escapa bastante bien a eso. Sobre todo si uno tiene determinada afición al cómic o a las historias de superhéroes (sea la versión novelada o la cinematográfica), y si es capaz de ver más allá de la historia y comprender el trasfondo social en el que se desarrolla y que la impulsa, ve que Hancock es una película que dice mucho de lo que sucede en EE.UU. actualmente o, por lo menos, que una parte de la población adinerada del país y de la industria del cine (productores, asesores de marketing, guionistas, actores...) está comenzando a plantearse determinadas cosas.
Hacer historias de superhéroes no es nada inocente. Personajes como The Spirit, The Phantom, Los 4 Fantásticos, Superman, Batman o Spiderman (y no digamos ya el Capitán América) tienen una serie de rasgos comunes muy claros que tienen que ver mucho con la sociedad y la política estadounidenses de los años 40, 50 y 60. También los personajes-tipo que interpretan Stalone, Seagal o Van Damme tienen rasgos muy claros y dicen mucho sobre muchas cosas (la visión que se tiene de la policía, de la ley, del ejército, de las amenazas exteriores, de lo que es "bueno" y de lo que es "malo"...). En todas estas cosas hay una clara infravaloración de las formas usuales de mantenimiento del orden social (policía que se sujeta estrictamente a las leyes y a los procedimientos establecidos) frente al apoyo a aquellos que se saltan esas formas usuales porque tienen poderes (es el caso de algunos superhéroes mencionados) o porque así lo deciden (sucede con la mayoría de las películas de aquellos actores y con personajes como The Punisher); también hay una idealización de los héroes, que encarnan las grandes virtudes de las democracias liberales (con sus particulares interpretaciones de lo que es la libertad, el derecho o la justicia), y una satanización maniqueísta de "los malos" como locos desalmados a los que no les importa nunca nada y que son los que fuerzan a los héroes de estas historias a salirse de lo establecido.
Más adelante, supongo que a partir de los años 70, 80, y hasta la actualidad, comienzan a aparecer otro tipo de héroes (a la vez que se mantiene e incluso refuerza la presencia de los primeros). Estos héroes tienen una ambigüedad mucho mayor, viven en mundos mucho más parecidos al real, donde en vez de blancos y negros lo que predomina es el gris, y se comportan de forma mucho más extraña; ejemplos de ello podrían ser Sin City de Frank Miller, V de Vendetta o Watchmen (que es sin duda la obra clave de entre todas estas), y también películas como Pulp Fiction o Dobermann (historia de un sanguinario asesino y atracador que, sin embargo, parece un santo al lado del policía neonazi que le persigue) y en menor medida aquellas que presentan como héroes a ladrones de guante blanco, carteristas u otros tipos de delincuentes que "hacen poco daño". Incluso hay algunos antiguos superhéroes de los que se hacen nuevas sagas incorporando estos matices de ambigüedad como la saga Dark Knight de Frank Miller sobre Batman (en la que se inspiran las nuevas películas -Batman Begins y la que están a punto de estrenar-).
Hancock pertenece a este tipo de historias. Es un superhéroe alcohólico, en estado de depresión, violento, desaliñado y que no tiene el más mínimo cuidado al tratar con absolutamente nada ni nadie; vive en un mundo real en el que la gente se cabrea si el héroe rompe cosas a su paso, en el que ya hay veteranos de Irak afectados psicológicamente por la guerra, en el que hay personas que se preocupan por la situación del Tercer Mundo y donde también hay empresas farmaceúticas que no están dispuestas a regalar medicamentos.
Es hasta cierto punto previsible la obra de Frank Miller (con sus evidentes influencias de la novela negra), también su extensión a las áreas menos comercializadas (aunque lo están) de la literatura norteamericana como puede ser la obra de James Ellroy (modificada, sin embargo, en la versión cinematográfica de L.A. Confidential, dando una integridad moral a uno de los personajes de la que carece en la novela -y que permite continuar la historia en White Jazz-), y también la aparición de esta vertiente crítica del género en Europa, pero nunca hasta ahora lo había visto presente en una película de Hollywood con guión original y tan claramente destinada al éxito comercial. ¿Qué pasa por allí para que eso suceda?
Finalmente, hay que decir que el guión está muy bien construído, el planteamiento de la historia es bastante original desde muchos puntos de vista y sólo encuentro una pequeña laguna en lo que al origen del protagonista se refiere (pero es un rasgo frecuente en el género, así que es un mal menor teniendo en cuenta las circunstancias).
Recomendable, entonces, verla para pasar un buen rato, pero tal vez sea prescindible pagar la entrada de cine.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias, acabo de encontrar tras mucha mucha búsqueda el sonido del ornitorrinco, y aunque llego tarde, más vale tarde que nunca...


Kaos

Anónimo dijo...

La vi el viernes pasado y estuvo bien, la verdad es que prefiero ir al cine para ver otra clase de peliculas mas serias o alguna comedia española, pienso que esta clase de peliculas es para alquilarlas en un videoclub y no pa gastarse 5 euros en el cine, pero a mis amigos les gustan mas esta clase de peliculas que las serias, que se le va a hacer. De todas formas pasé un buen rato y no me decepcionó como ironman.

Oruga Azul dijo...

Yo ya lo he dicho: salí gratamente sorprendido porque esperaba algo bastante peor que lo que encontré.

En cuanto a los agradecimientos de Kaos, ha sido un placer.