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8/7/08

Desvaríos kantianos

Acabo de mantener una de esas conversaciones (últimamente son frecuentes) en las que trato temas que quedaron en su momento pendientes de resolución. El caso es que en esta última (que ha tenido sus tintes, espero pasajeros, de mal rollo) he partido de que era imposible llegar a un acuerdo, e, incluso, de que mi opinión es completamente minoritaria. Sin embargo, me pica la curiosidad; ¿qué pensarán los lectores?
El dilema es el siguiente: si está uno enamorado de (o "le gusta", o "se siente atraído por") una persona emparejada, ¿debe uno declararse o aguantarse sin decir nada?
-Si esa pareja está perfectamente feliz a ojos de todos y no tiene ningún problema, mi respuesta es que el enamorado debe callarse porque sin duda la persona que quedaría desemparejada ve a su pareja como algo fundamental en su vida que, el enamorado, en su intento por satisfacer su propio deseo, podría arrebatarle. Es decir, "A" está con "B"; a "C" le gusta "B"; "C" no debe decirle nada a "B" porque, si "B" cede o duda, entonces "A" está jodido. De la misma forma, la reacción que veo propia de "B" es de mandar a paseo a "C", ya que ha intentado algo que jode a "A", que es una persona importante en su vida puesto que es su pareja.
-Si, por el contrario, se tiene la certeza de que la persona objeto del enamoramiento es infeliz en su situación, el enamorado puede intentar algo, sobre todo si el que quedaría desemparejado se está comportando de forma claramente inadecuada. Es decir, si "B" reconoce que no está feliz con "A", entonces no hay problema en que "C", en un intento de hacer feliz a "B", intente algo que pueda joder a "A".

En todo esto se parte de una base claramente kantiana (véase el imperativo categórico). Pensemos en "C" y "B" poniéndose en el lugar de "A":
-Si nuestro amigo "C" quiere "actuar de tal manera que su máxima pueda ser convertida en ley universal", no le queda más remedio que posicionarse como yo si no quiere ver en peligro constante sus relaciones de pareja (en el supuesto de la universalización de su máxima).
-Al mismo tiempo "B", si no quiere ver sus parejas rotas en un caso similar de universalización, no tendrá más remedio que, por principio, rechazar las proposiciones de los "C" (en el primero de los supuestos).

Parto de la base de que "lo normal" es desear permanecer con tu pareja sin que otro llegue y "se la lleve porque sí" (tampoco tiene por qué "llevársela", el problema es dejar a "A" en la miseria). Lógicamente, si hay alguien que vea deseable esa situación no tiene más que actuar de acuerdo con esa percepción del asunto; su acción será moral igualmente, aunque sea la opuesta a la que yo he planteado.

Ya digo que considero que mi punto de vista no es compartido por el común de los mortales, pero de verdad que quiero saber cómo de solo estoy en este mundo. Y, ya que estamos, independientemente de si estáis de acuerdo o no, ¿es lo suyo que actúe de acuerdo con estos parámetros o me conviene cambiarlos por otros más "usuales"?

4 comentarios:

Tarcel dijo...

Interponerse en una relación de pareja siempre es sucio, porque si B duda o está pasando un mal momento con A, C aprovecha la debilidad para cortar el árbol con un hachazo. En el caso contrario, si B está feliz y todo lo bueno del mundo con A, C, por muy humilde que sea la proposición, ha aceptado el intento de sabotaje de la relación, por lo cual B debería llamarle la atención como poco.

Oruga Azul dijo...

Ya somos dos locos contra el mundo.

Anónimo dijo...

pos no estoy de acuerdo. Nunca la actuación de C será causa de la ruptura o no de A-B. El que C tenga éxito en su empresa será no causa sino consecuencia, una más, de la calidad de la relación A-B

Oruga Azul dijo...

Yo no he dicho que sea la causa sino más bien un detonante.

Si una pareja no tiene una relación de calidad, entonces la ruptura ha de salir de la propia pareja y no porque una tercera persona, que no sabe nada acerca de la calidad de la relación, meta el hocico.