Dos hechos que han ocurrido de forma más o menos seguida han hecho surgir críticas por parte de nuestros rectos derechistas que se ponen, de nuevo, a contar chistes.
El primero, tiene que ver con el asunto de la ONG de Chad y SuperSarkozy, que de repente llega partiendo el bacalao y pintando más que España en un asunto que en absoluto le concierne. Una muestra de que cambian las apariencias pero el arkhé colonialista se mantiene.
El segundo es la Cumbre Iberoamericana, donde Chávez se ha metido con Aznar (llamándole fascista) y con la CEOE (asegurando que apoyó a los golpistas). Lo primero, desde el punto de vista de Chávez, es cierto, puesto que Aznar reconoció al gobierno golpista en cuanto se le dio la oportunidad; lo segundo, no lo sé a ciencia cierta pero no me extraña en absoluto. Además, el diario Público afirma, al contrario que LsD, que Moratinos le dijo a Nicolás Maduro (que desempeña su cargo equivalente en Venezuela) que estaban muy disgustados con esas declaraciones; sinceramente, no sé si prefiero que le apoyen o que le critiquen (la crítica es más inteligente para conseguir apoyos electorales aquí, el apoyo -supongo- mantiene a la izquierda que le votó la última vez; él sabrá lo que hace).
Sin embargo, el problema de fondo que hay con todo el rollo de las críticas es otro: la idea de que hay que comportarse como potencias coloniales independientemente del siglo en el que estemos y de cuál sea la situación política de iure. Un ejemplo: lo que critica, para empezar, el odiable Agapito Maestre es que la cumbre se llame indistintamente Iberoamericana o Latinoamericana, porque la posición de supremacía de EspaÑa debería quedar clarísima (al mismo tiempo las importaciones desde Latinoamérica en 2006 fueron de 12168 euros -México, Brasil, Chile y Venezuela en los primeros puestos-; y las exportaciones, sin embargo, sólo de 8322 -principalmene a México y Brasil-).
Los liberales nos dicen, a los que defendemos que una de nuestras responsabilidades como países desarrollados es ayudar en todo lo posible a los subdesarrollados y favorecer su crecimiento, que somos unos paternalistas estúpidos que nos creemos grandes almas caritativas; esos mismos son los que defienden estas posturas colonialistas y los responsables (de forma más o menos directa e importante) de las desigualdades que otros queremos eliminar.
El primero, tiene que ver con el asunto de la ONG de Chad y SuperSarkozy, que de repente llega partiendo el bacalao y pintando más que España en un asunto que en absoluto le concierne. Una muestra de que cambian las apariencias pero el arkhé colonialista se mantiene.
El segundo es la Cumbre Iberoamericana, donde Chávez se ha metido con Aznar (llamándole fascista) y con la CEOE (asegurando que apoyó a los golpistas). Lo primero, desde el punto de vista de Chávez, es cierto, puesto que Aznar reconoció al gobierno golpista en cuanto se le dio la oportunidad; lo segundo, no lo sé a ciencia cierta pero no me extraña en absoluto. Además, el diario Público afirma, al contrario que LsD, que Moratinos le dijo a Nicolás Maduro (que desempeña su cargo equivalente en Venezuela) que estaban muy disgustados con esas declaraciones; sinceramente, no sé si prefiero que le apoyen o que le critiquen (la crítica es más inteligente para conseguir apoyos electorales aquí, el apoyo -supongo- mantiene a la izquierda que le votó la última vez; él sabrá lo que hace).
Sin embargo, el problema de fondo que hay con todo el rollo de las críticas es otro: la idea de que hay que comportarse como potencias coloniales independientemente del siglo en el que estemos y de cuál sea la situación política de iure. Un ejemplo: lo que critica, para empezar, el odiable Agapito Maestre es que la cumbre se llame indistintamente Iberoamericana o Latinoamericana, porque la posición de supremacía de EspaÑa debería quedar clarísima (al mismo tiempo las importaciones desde Latinoamérica en 2006 fueron de 12168 euros -México, Brasil, Chile y Venezuela en los primeros puestos-; y las exportaciones, sin embargo, sólo de 8322 -principalmene a México y Brasil-).
Los liberales nos dicen, a los que defendemos que una de nuestras responsabilidades como países desarrollados es ayudar en todo lo posible a los subdesarrollados y favorecer su crecimiento, que somos unos paternalistas estúpidos que nos creemos grandes almas caritativas; esos mismos son los que defienden estas posturas colonialistas y los responsables (de forma más o menos directa e importante) de las desigualdades que otros queremos eliminar.
*Segunda Parte*
Juancar entra en escena
Pues como resulta que los roces de Chávez con Zapatero han ido a más, tengo que ampliar la entrada un poco para dar cuenta de mi imprescindible opinión. Resulta que Chávez decidió que podía seguir llamando a Aznar fascista (la verdad, dice Gramsci, es revolucionaria) y Zapatero, haciendo alarde de "talante democrático"/"estupidez"/... , de nuevo tuvo que defender a semejante especimen (aunque sigo pensando que es por habilidad electoral y no porque no esté de acuerdo). Chávez, sin embargo, decidió que Zapatero no tenía derecho a explicarle cómo debe decir las cosas un representante de un país en un acto de semejante talla (sinceramente, Chávez podría haberse callado), y entonces entró triunfante en la escena nuestro Borbón, alias "El Campechano", azadón verbal (que no florete) en mano, para decirle a Chávez, como si fuera su nietín de nombre infinito (Felipe Juan Frolián de Todos los Santos), "¿Por qué no te callas y dejas hablar?".
Sin embargo, el representante de Nicaragua se sumó a las críticas a España (y, de nuevo, a la CEOE), y Juancar, sin acabarse siquiera el huevo frito y con media chapata desmigada (por la tensión acumulada) sobre el mantel, se marchó para volver sólo al final.
Finalmente, según Público, Aznar llamó a sus dos espadones para darles las gracias; "Las que tu tienes, guapo", es la respuesta que me imagino que le dieron.
Juancar entra en escena
Pues como resulta que los roces de Chávez con Zapatero han ido a más, tengo que ampliar la entrada un poco para dar cuenta de mi imprescindible opinión. Resulta que Chávez decidió que podía seguir llamando a Aznar fascista (la verdad, dice Gramsci, es revolucionaria) y Zapatero, haciendo alarde de "talante democrático"/"estupidez"/... , de nuevo tuvo que defender a semejante especimen (aunque sigo pensando que es por habilidad electoral y no porque no esté de acuerdo). Chávez, sin embargo, decidió que Zapatero no tenía derecho a explicarle cómo debe decir las cosas un representante de un país en un acto de semejante talla (sinceramente, Chávez podría haberse callado), y entonces entró triunfante en la escena nuestro Borbón, alias "El Campechano", azadón verbal (que no florete) en mano, para decirle a Chávez, como si fuera su nietín de nombre infinito (Felipe Juan Frolián de Todos los Santos), "¿Por qué no te callas y dejas hablar?".
Sin embargo, el representante de Nicaragua se sumó a las críticas a España (y, de nuevo, a la CEOE), y Juancar, sin acabarse siquiera el huevo frito y con media chapata desmigada (por la tensión acumulada) sobre el mantel, se marchó para volver sólo al final.
Finalmente, según Público, Aznar llamó a sus dos espadones para darles las gracias; "Las que tu tienes, guapo", es la respuesta que me imagino que le dieron.
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