Carta de un joven español

Señor Jose Mª Aznar:
Si le soy sincero, me dio auténtico pavor saber que amenazaba usted con editar un libro; no voy a negarle que me sorprende que sea usted capaz de escribir (también es cierto que aún lo dudo porque, en estos tiempos que corren, hay gente dispuesta a escribirle un libro a cualquiera).
Señor EX-presidente (y el "ex" lo digo con gusto aunque con serias dudas), tengo que decirle la verdad: no me he leído su libro. Pero es que no necesito leerlo para saber lo que va a decir, y eso, señor Aznar, es MUY grave. Y esa gravedad radica en el hecho de que, sin duda alguna, usted (o la persona a la que usted ha pagado -o no-) ha llenado el libro de los más terribles productos de su ilimitada estulticia.
Señor Aznar, es humano guardar los apuntes y los textos que uno utiliza durante su formación, pero sólo es sano, prudente y correcto utilizarlos cuando son FIABLES y RIGUROSOS. La Enciclopedia Álvarez, lamento decírselo, no lo es cuando trata determinados temas. España, señor Aznar, es un Estado; una nación difícilmente (muchas, si es que la nación existe). España, señor Aznar, no se construyó frente al islam; desde el año 711 hasta el año 1492 suceden demasiadas cosas y, aunque le pese, hubo más períodos de convivencia y paz que de guerra. Aunque le pese, en Covadonga Don Pelayo no gritó "¡Por la España una, grande y libre!"; aunque le pese, Colón no descubrió América para España, sino para Castilla; aunque le pese, Carlos I era rey de Castilla, Aragón, y un larguísimo etcétera, no de España. Aunque le pese, hasta los Decretos de nueva planta (1707 el primero; siglo XVIII, señor Aznar), no podemos hablar de una creación del Estado español como institución casi totalmente homogénea. España, señor Aznar, es un invento de los Borbones; un invento francés.

Su error, señor Aznar, y el de muchos (muchísimos) antes que usted, es el de vincular a Castilla con España, y eso, señor Aznar, es una barbaridad que ha traído una cantidad ingente de problemas. Diré en su favor que hay una serie de condiciones históricas relevantes que acentúan esa idea y ayudan a establecer esa relación, pero justificar un error no hace que el error no exista.

Pero ya basta de errores suyos, señor Aznar, tenemos que hablar de los nuestros: votar en dos ocasiones a su partido fue un error, no pedir su cabeza (y la de Zaplana, y la de Acebes) fue un error, que Planeta haya publicado este libro es un error (pero Planeta comete tantos errores que este pasa desapercibido), que sea usted presidente honorífico de la AVT es un error (igual que es un error escuchar sólo la opinión de la AVT), que nadie le llame a usted cretino todas las mañanas es un error (dígaselo a sus familiares), creer que usted tuvo un papel internacional significativo por colaborar en la Guerra de Irak es un error (doble, porque el primer error fue colaborar).
Que usted defendiera que había armas de destrucción masiva en Irak fue una mentira. Que usted apoyara al gobierno golpista de Venezuela, fue un despropósito. Que usted siga teniendo voz política es una auténtica desgracia.
Que usted se crea con la autoridad moral, intelectual, política o social para aconsejarnos, demuestra que es usted, simple y llanamente, un idiota. Gracias, señor Aznar, por dar una muestra más de lo que ya resultaba evidente.