Tango y Cash, dos por uno en la sección de tipos duros

Tras haberme metido con la nefasta Van Damme’s Inferno, con la desconocida Calles de fuego, y con Pisando Fuerte, me atrevo con una de las grandes piezas del cine de acción: Tango y Cash.
Tango (véase Silvestre “Lindo Gatito” Stalone) es un madero pijo que gasta trajes caros y gafas como las de las azafatas del Un, dos, tres y Cash (Ca-rrusel) es un madero macarra; ambos forman un dúo dinámico policial que no se sale de los tópicos (piques "ingeniosos", contraposición parcial de carácter…). A ambos, por ser maderos eficaces (no digamos “buenos” por aquello de lo dudoso de sus métodos), les tiende una trampa un mafioso chungales que se dedica (cito literalmente) a “armas, drogas y otras muchas empresas” y que parece el Gran Hermano (todo el puto día viendo en la tele a Tango o a Cash haciendo de las suyas). El caso es que los dos maderos unen fuerzas para limpiar sus nombres y cargarse al malo.

Cabe destacar:
-que cuando Cash interroga a un tipo lo hace en una sala que tiene un meódromo incorporado (¡qué lujazo!, puedes estrellar la cabeza del interrogado contra la mesa o sumergirla en el urinario).
-que todos los grupos policiales que aparecen (incluso el FBI) en la película tienen como integrantes únicamente a corruptos, idiotas e incompetentes.
-una banda sonora de una calidad musical similar a la de los primeros éxitos del grandioso Chimo Bayo.
-grandes frases como “Quiero que me mate un americano capullo y no un puto inmigrante” (refiriéndose a un tipo inglés) o “Tiene cerebro y es guapa, ¿se lo puede creer?” (refiriéndose a la hermana de Stalone, tía buena que se gana la vida actuando en espectáculos de baile); curiosamente, los dos comentarios son dichos por Cash.
-chistes de los que acostumbran a usarse en estas películas como “Se cree Rambo” (dicho por un madero campestre acerca de Stalone) o una burla a la URSS con el que parece un ciudadano de la Alemania Oriental que dice (mientras enseña una camiseta en la que pone “Glasnost”) “Creo en la Perestroika” como respuesta a que Ca-rrusel haya destrozado su coche.
-el clímax final, que se desarrolla de la siguiente forma: tenemos a Tango y a Cash metidos en un coche-tanque que les ha proporcionado el amigo friki de Cash (una especie de Q, pero que lleva una lupa en el ojo como ese entrañable personaje de Top Secret). Tras persecuciones, explosiones, peleas, muertes y destrozos, resulta que el malo ha secuestrado a la hermana de Tango y la tiene como escudo humano mientras se refugia en la “típicasaladeespejosquetodosqueremostenerennuestrocuarto”. Entonces Tango y Cash, sin pensar en la seguridad de ella, se preparan para sacar las pistolas que llevan escondidas y disparar; dicen “le damos en las rodillas y le cogemos vivo”, pero los dos le disparan a la cabeza y alegan que “se ha desviado”. Entonces recuerdan que el malo ha usado ese gran recurso que quizás cuele en una nave espacial, pero nunca en un edificio normal a las afueras de una ciudad: el servicio de autodestrucción que te regalan las compañías telefónicas estadounidenses con teleoperadora incorporada que te dice los segundos que faltan para la explosión (y/o te proporciona cientos de relojitos digitales con números rojos que te dan la cuenta atrás). Todo hace catapún y acaba con la amistad grandiosa de Ca-rrusel y Silvestre “Lindo gatito” Stalone, con el extra incorporado de que el primero se hace noviete de la hermana del segundo.

En fin, que se espera una castaña y se encuentra eso exactamente. Próximamente, ladies and gentlemen, The Glimmer Man de Steven Seagal.