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8/8/09

Turquía (2009) *5*

Muy buenas tardes. Son las 19:10 en Van, está anocheciendo y tengo una hora libre antes de ir a cenar. Vamos a aprovecharla para beber unas copitas en la habitación del Dr. Malcolm, así que voy a ser muy breve (tampoco hay mucho que contar).
Esta mañana hemos visitado la isla de Akdamar, donde hay una antiquísima iglesia armenia con unos relieves exteriores cojonudos (Iglesia de la Santa Cruz, para quien quiera saber más). Mientras algunos se bañaban en el lago (cosa que no parecía muy recomendable a ojos de algunos de los turcos que nos acompañan), yo me quedé en la iglesia con Piquenglish (su nombre real es Leo, por cierto, que no sé si lo he puesto) y con Daniel. Después hemos esperado a que llegaran todos y hemos ido a comer.
Un detalle importante es que la isla está en medio del lago de Van (una media hora en barco), y es importante porque si no no se entiende que yo haya sido piloto de barco durante unos minutos bajo la supervisión del típico turco bigotudo del Este.
Por la tarde, el mayor taller de fabricación de alfombras de Turquía. No sólo fabrican las suyas, sino que se encargan de recoger las que llegan a Turquía desde Iraq, Irán, Siria y demás para luego distribuirlas por el país. Mi impresión es que es un negocio completamente deficitario que se mantiene con fondos europeos con la única (y excelente) razón de que no se pierda la técnica artesanal. El caso es que la alfombra más barata tenía el tamaño de un DIN-A3 y costaba 200€; si pensamos en algo que de verdad sea una alfombra, el precio más bajo eran 800€. ¿Cuánta gente compra alfombras por ese precio? Muy poca; la gente normal no se gasta ese pastón en un trozo de tela que sirve para cubrir el suelo de la casa. Así que para conseguir algún tipo de ganancia sería necesario pagar un salario de mierda a los trabajadores (fundamentalmente mujeres) del taller. Pero resulta que estas mujeres, según nos ha dicho el Dr. Malcolm, cobran 2000 liras al mes, lo cual es un salario medio en Istanbul y muy bueno en un sitio como Van. Así que resulta que no hay mucho plusvalor que obtener ni mucha ganancia que buscar; es incluso difícil que sea un juego de suma cero.
Después, por último, hemos visitado el Castillo de Van, donde nos hemos sacado la única foto de grupo que existe y no con mi cámara porque me he quedado sin batería nada más encenderla hoy.
El hallazgo del día, sin embargo, ha sido otro bien distinto: los gatos de Van. Una especie autóctona que se caracteriza por su pelo blanco y por tener un ojo amarillo y otro azul. Hemos visto unos cuantos durante el día y, como la mayoría eran gatitos muy jóvenes, estaban entusiasmados con la idea de poder hacerse las uñas en mis botas y con la caza de mis manos.
Con la compra de unas postales (y un helado) y la llegada al hotel, ha terminado mi día de hoy. Luego habrá cena, tal vez alguna juerguilla de despedida, y mañana vuelo de vuelta a Istanbul.
Aún mañana estaré en un hotel, así que no sé qué será del Internet allí; en cualquier caso, una vez que esté en el piso espero poder tratar el blog con la misma frecuencia que hasta ahora.

Saludos desde muy al Este.

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