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9/2/09

El Arte de la Guerra

Dice Carl Von Clausewitz que "la guerra es la política por otros medios". Visto de otra forma, pero viene a ser lo mismo, la guerra es un mecanismo político que el sistema tiene a su disposición para salvar situaciones especialmente difíciles o para favorecer intereses especialmente importantes. Partiendo de esa base, y recogiendo noticias inquietantes que han aparecido últimamente, intentaré dar sentido a una estrategia política retorcida pero no imposible.

Las piezas del puzzle son las siguientes: (1)un ejército profesional formado fundamentalmente por nacionales de clase baja y por inmigrantes; (2) el cierre de la base estadounidense de Kirguizistán, que deja como única entrada en Afganistán una zona militarmente inestable (es decir, donde los talibanes la montan parda); (3) el incremento de tropas norteamericanas que Obama propone y que será idealmente imitado por otros países (entre ellos España); (4) el contexto de todo: la crisis económica.
Primero relacionemos las piezas (2) y (3). Si resulta que los yankis y el resto de tropas se van a ver obligadas a cambiar de ruta de entrada en Afganistán, arriesgándose con ello a sufrir más bajas, es evidentemente necesario aumentar el número de tropas. Demos un ejemplo numérico simple: en condiciones normales necesitamos 10 soldados, así que enviamos 15 contando con que caerán 5; si ahora caerán 10 y seguimos necesitando 10, habrá que aumentar el número de efectivos a 20. El argumento tiene la trampa de que el plan del aumento de tropas es previo al cierre de la base, así que no hay una relación de causalidad directa pero sí que refuerza la necesidad de aumentar el número de efectivos.
Ahora relacionemos (1) y (4). En una situación de crisis económica, el número de parados de larga duración, inmigrantes sin empleo y demás aumenta; incluso puede afectar a población con un nivel formativo superior al propio del típico de un soldado. ¿Quién no ve atractivo en esas condiciones la posibilidad de conseguir un sueldo fijo y convertirse en funcionario gracias a las Fuerzas Armadas? En EE.UU. hace mucho tiempo que esas son las motivaciones de quienes se alistan y dos amigos míos han comenzado el periodo de instrucción siguiendo ese mismo razonamiento.
Demos el todo: ante una situación económica que va a peor cada semana, una buena forma de liquidar paro es aumentar el número de efectivos del ejército; si además los envías a una zona francamente peligrosa (como es el caso), entonces no sólo tienes que contar con los que envías, sino también con los que mueren y con los necesarios relevos para tener a los supervivientes y a su familias contentos. Pensemos en un grupo de 60000 hombres; esos 60000 no pueden estar allí indefinidamente, y en España los relevos se producen aproximadamente cada 4 meses, así que nos ponemos en 240000 anuales. Incluso 8 meses de descanso para 4 en el exterior podrían ser pocos, y en ese caso la cifra aumentaría más. Pongamos que actualmente, entre heridos crónicos, soldados que lo dejan porque no aguantan la presión del combate y muertos, con cada envío caen 1000; pues 4000 se van con cada año de operación en el exterior.
La nueva coyuntura económica aumentará sin duda el número de alistamientos, pero la nueva situación política incrementará también el número de bajas, así que todo está dispuesto en la teoría para poner en marcha una maquinaria de guerra que camufle los niveles de paro, prevenga el conflicto social matando indirectamente o sometiendo a presión al material humano conflictivo, y dé a la economía un negocio seguro de producción de plusvalor gracias a la veloz creación y destrucción de mercancías (en este caso, material bélico de toda clase).
La II Guerra Mundial fue el sengriento mercado que nos permitió salir de la Crisis del 29; Afganistán, Iraq o el enfrentamiento indirecto con Rusia en la secuela mala de la Guerra Fría podrían ser ese mercado actualmente.
¿La diferencia? Que el potencial destructivo de esta crisis y esta guerra es infinitamente mayor.

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