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22/12/08

A Maragall se le pira el panchito

Puede resultar cruel hacer un comentario así de un hombre con alzheimer, pero si fue sabio retirarse de la política en esas condiciones, no lo ha sido en absoluto escribir un """Prólogo""" a la edición de El Capital resumido por DeVille que ofertó Público hace unos días. He de decir que compré el libro por leer qué decía Maragall, ya que la obra ya la tenía en otra edición con un Prólogo de Sacristán; sin embargo, aunque no esperaba nada demasiado brillante, el texto va más allá de todo lo que podría haber imaginado. Lo reproduzco párrafo a párrafo y comento, porque de verdad que no tiene desperdicio:

Karl Marx es alemán, como Bach, Kant, Beethoven, Freud (de cultura germana, nacido en Austria)..., es decir, una buena parte de los referentes filosóficos, políticos y culturales de nuestra era.

Esto me recuerda al malísimo chiste que dice: "¿Por qué todos los pintores son holandeses?" "Porque han nacido en Holanda". Es decir, sólo sirve si omitimos que los hay españoles, polacos, noruegos, ingleses, alemanes, checos, rusos, australianos, japoneses, chinos... De la misma manera, también son referentes de este tipo Montesquieu, Adam Smith, San Agustín, Maquiavelo, Sun Tzu, Confucio, Miyamoto Mushashi...

La civilización occidental a la que pertenecemos parte de Egipto y Grecia y se dirige, en dirección norte y oeste, hacia Italia, Francia, España y Alemania. Pero la revolución -que tiene su precedente en Francia- termina cristalizando en Rusia y se extiende por los países de la Europa oriental.

Que alguien me explique, por favor, cómo es posible ver la lógica al salto "Marx era alemán"-"Origen de la civilización"-"Revolución Bolchevique".

Luego Occidente busca su centro en América, y lo encuentra. "Going west" parece, pues, un instinto imparable, tozudo, de la civilización.

Ahora sí que se le ha ido del todo. EE.UU. comienza su ascenso durante la I Guerra Mundial y lo consuma tras la II, siempre con la opinión en contra de las potencias europeas, que tenían América por un territorio de colonias (aunque estuvieran perdidas).

Allí fui yo en los años 1971-1973 a estudiar economía, y me encontré en la New School for Social Research, la universidad de los alemanes que habían huido de Hitler con los restos de su pensamiento izquierdista de raíz marxiana o progresista de raíz keynesiana.

Da el salto, así, a su vida, e introduce el elemento fundamental de todo este asunto, que no es Marx sino Keynes, porque Maragall lo tiene claro: cuando se prologa algo sobre Marx y El Capital, lo suyo es hablar de Keynes.

Me tragué no sé si todo Das Kapital y las teorías de la plusvalía, pero sí una buena parte. Allí encontré al añorado Lluís Arguemí, pariente de Rafael Ribó, y a otros amigos emparentados con la izquierda marxiana.

Creo que, posiblemente, se "tragó" textualmente el libro, porque es la única explicación que encuentro para que dedique el texto a decir semejantes tontunas en vez de algo interesante.

Algunos de ellos se convirtieron, en América, al capitalismo, fuese en Chicago o en Minnesota.

Eso da una idea de la formación marxiana que tuvieron. Tal vez haya un porqué, pero no entiendo la disyuntiva entre Chicago y Minnesota.

Cuando venían a Nueva York se sorprendían de que yo siguiera interesado por Marx y Keynes. Ahora, sin embargo, con la crisis económica, Marx quizás no tanto, pero Keynes y el intervencionismo económico estarán de vuelta.

¡Y dale con Keynes al tío! Yo no sé qué tendrá en la cabeza este señor para establecer con tanta facilidad un parecido o una vinculación seria entre uno y otro. El máximo mérito de Keynes es para mí, en todo caso, el haber moderado a los liberales descerebrados durante unos añitos; en cualquier caso, Keynes no planteaba revoluciones, ni cambios en la estructura social ni nada de todo aquello que caracteriza a Marx y que estaba en la raíz de su análisis crítico de la economía política.

No creo que valga la pena recomendar la vuelta al materialismo histórico, aunque la resistencia de la economía china, al menos hasta ahora, sería un argumento a favor. Pero sí que aconsejo una lectura crítica y moderna, no de los textos más pesados, pero sí de los más irónicos y picantes, de Marx y los suyos, aquellos en que la tragedia se convierte en comedia, el capitalismo rampante en explotación salvaje y la religión en absolución de todos esos pecados. Y, por supuesto, El Capital, aunque sea en versión reducida.

Ahora sí que se le ha ido del todo. ¿Qué cojones tendrá que ver el materialismo histórico como método interpretativo con la resistencia de la economía china a la crisis? Es más, ¿qué historiador de hoy en día, independientemente de su posición política, no hace uso del materialismo histórico para explicar cualquier proceso? Quiero decir: ¿por qué carajo hay que volver al materialismo histórico cuando eso es algo que no se ha abandonado jamás del todo? Lo de los textos "picantes" de Marx me gustaría que me lo explicara; "Un fantasma recorre Europa...", y Maragall que se ruboriza y dice "¡Jijiji!¡Qué picarón!¡Un fantasma!".
Lo último ya es simplemente incoherencia textual: ¿cómo es posible señalar la contraindicación de la lectura de "los textos más pesados" y al mismo tiempo recomendar El Capital?

Sería interesante que alguien estudiase con ecuanimidad las relaciones marxismo-keynesianismo-liberalismo. Como también las concomitancias formales entre las estéticas y los tiruales que van desde el cristianismo y otras religiones a las prácticas y las ceremonias del comunismo en sus diversas versiones: rusa, china, yugoslava, etc.

Lo realmente interesante hubiera sido ofrecer el "Prólogo" a alguien que dedicara unas líneas a hablar realmente de Marx y no a decir tontunas.

Tito (hablando de Yugoslavia) fue para mi generación un referente.

Claro que es el yugoslavo, joder, no voy a pensar que sea Livio. De nuevo da el salto argumental sin ningún tipo de aviso ni precaución, ahí, a pelo. Todo sea por no hablar de Marx, claro.

El comunismo de terciopelo logró -por poco tiempo- conciliar las infinitas contradicciones y la riqueza de los contenidos culturales de los países situados entre occidente y oriente.

Gracias por sugerir, de forma tan absolutamente sutil, que para saber algo sobre Tito y Yugoslavia es mejor la Wikipedia que leerle a usted, caballero.

La vía yugoslava, que estudió en España José Antonio González Casanovas y seguimos de algún modo los "militantes" (palabra, afortunadamente, en progresivo desuso) del FLP-FOC-ESBA, no resistió el choque frontal entre capitalismo y comunismo, con victoria final del primero.

¿Qué carajo tiene de malo la palabra "militante"? Precisamente, si hubiera más de esos, lo mismo esta crisis podría solventarse con un poquito de marcha y voluntad de cambio.

Pero ahora que la nueva religión capitalista pasa una gripe seria y la economía correspondiente estornuda sin parar, quizás deberíamos volver, sin abusar, a las viejas aspirinas y/o gelocatiles reformistas.

Keynes. Guiño-guiño.

Aprovechando que un negro, o seminegro, aunque de Chicago y alumno aventajado de Harvard, va a gobernar el país más importante del mundo capitalista, hagamos un pequeño esfuerzo: pongamos en cuarentena nuestras convicciones económicas -y también, hasta cierto punto, las políticas y sociales- y miremos el mundo como si fuéramos todos estudiantes universitarios: sin prejuicios, sin juicios previos.

Negro, o seminegro, o café con leche, o Nestlé extrafino, o ligeramente tintado, o tostadillo, o... ¿Qué coño importa?¿Y cuál es exactamente el "pero" de ser de Chicago y de Harvard?¿Habría alguna posibilidad en ese país de enfermos (o en este, con las equivalencias oportunas) de que fuera del Bronx y que tuviera el título elemental? ¡Menos mal que me explica lo que significa "prejuicio"!¡Casi se me ocurre pensar que hablaba en términos jurídicos!.

En fin, una sarta de tonterías pésimamente escrita. Menos mal que el resumen de DeVille arreglará con su calidad este estropicio.

1 comentario:

Corpi dijo...

Sólo en la menera de escribir, sin entrar en el fondo, ya se le nota que se va. En fin.
Feliz navidad.