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7/8/08

Soy espectador, pero llámeme tonto

Hace unas semanas, viendo la tele, pongo Paramount Comedy. Emiten Solo ante el peligro, un programa del progre-cómico Juan Solo, que, como Eva Hache y algún otro cómico progre al uso, es sólo eso: un progre que hace progrerías hasta que es necesario pringarse; entonces toca obedecer a su amo, que es Polanco o alguien similar.
En el programa que yo vi, entrevistaba a Zoé Valdés. Sólo he leído de ella Lobas de mar (una novela de piratas bastante normalita que tiene la única gracia de que las dos protagonistas son unas piratas crueles, violentas y bisexuales que se enrollan entre sí y con el capitán de barco), pero creo que se la puede considerar sin miedo una escritora francamente mediocre, si no mala. Es normal que los malos escritores vayan a la televisión porque hay pocos buenos escritores que sean promocionados lo suficiente como para ir a la tele, pero lo que ya empieza a resultar llamativo es el hecho de que Zoé Valdés fue al programa para presentar su libro La ficción Fidel, donde se pasa tres pueblos y pico con todo aquello que tenga que ver con Cuba, su revolución y el socialismo allí.
No he leído el libro, claro, ni ganas que tengo, pero hay dos buenos motivos: el primero, que se entenderá mejor en combinación con el segundo, es que es Planeta la editorial que publica el libro, y la combinación "Planeta-Cuba", sabiendo cómo se las gasta PRISA, es semejante a la combinación "mierda de camello-helado de chocolate" (el helado está guay, pero la mierda de camello que se la coma Polanco). El segundo motivo es que, durante la entrevista, la señora Valdés cuenta cuál es la más absoluta maldad que le ha visto hacer a Castro: resulta que ella estaba trabajando en el campo de niña (los servicios estatales en Cuba no son gratuitos, sino que uno "los paga" con trabajos en beneficio del conjunto social), y una avioneta sobrevoló la zona arrojando caramelos; las niñas abandonaron su tarea y se pusieron a recogerlos, para luego descubrir, cuando Castro apareció, que los caramelos los habían tirado por orden suya para enseñarles una lección: "¿cómo dejan su trabajo para coger los caramelos?¿y si los hubiera tirado el enemigo?". Pues bien, la respuesta de Juan Solo a la anécdota fue algo como "¿Cómo se le ocurre hacer eso con niñas pequeñas?" y Zoé Valdés le seguía la bola llamando a Castro prácticamente de todo (directamente o por insinuaciones): loco, malvado, estúpido, retrasado mental...
Ahora demos una clase de historia y de estrategia revolucionaria a la gusana y al mentecato: Zoé Valdés nació en 1959, por lo que lo que cuenta sucedió, con toda probabilidad, en la década de los 60, cuando EE.UU. estaba muy tocahuevos con Cuba (la crisis de los misiles fue en 1962); tan tocahuevos estaba, que no se podía ignorar la posibilidad de que arrojaran alimentos envenenados a la población porque, aunque fuera fría, aquello era una guerra, y en las guerras se hace de todo menos algo decente. ¡Por supuesto que sería estupendo mantener a los niños al margen!, pero eso no puede hacerse en una situación de guerra, amenaza y acoso constante; es montarles a los críos ese numerito o que tal vez mueran envenenados, así que yo veo clara la decisión.

Hoy he vuelto a ver una parte del programa. Juan Solo se cachondeaba de las estafas de TeleTienda vendiendo 60 tarros de 10 euros por 5000 euros. Se reía, claro, de aquellos que aprovechan la hipotética estupidez del espectador; irónicamente, él mismo ha intentado exactamente eso haciendo una pésima propaganda política anti-castrista.
Algo tendrá aquello de bueno, cuando es necesario decir que es malo.

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