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19/5/08

Milo Manara

ATENCIÓN: Este artículo aparecerá publicado en el próximo número del fanzine ElZapatoIzquierdodelShoeGazer.

La habitación está en penumbra. Por las finas rendijas de la persiana se cuelan finos hilos de luz con los que el azar, araña invisible de la existencia, teje su red de luces y sombras. Sábanas revueltas. Ropa por el suelo; demasiada para una persona. Carmín. En todas partes. ¿Dónde está ella?¿Se ha ido? Una figura se deja ver en la puerta. Ocupa el vano con la espalda cóncava y el culo respingón. Manos suavemente colocadas en el marco. Senos, puntiagudos pero firmes, señalando a ningún lugar concreto. Pelo largo, rizado, sobre sus hombros; un último bucle señala el triángulo sombrío que queda oculto tras su muslo.
Posición estratégica. Sabe que quiero más. Sé que quiere dármelo. Sabe que quiero merecerlo. Basta una mirada.
“Me voy”.

Milo Manara. Italiano. Nace en 1945. Estudia arquitectura en Venecia y es aficionado a la pintura. En 1968 ve la luz su primera publicación, que combina novela negra y erotismo.
Erotismo y buenos guiones. Las dos constantes de su obra. Además del buen dibujo, claro.
Siempre, se trate de cine o cómic erótico, las excusas planteadas para que una tía enseñe las tetas son malas. Aún más para que camine por ahí desnuda o para que se acueste con todo ser viviente. La ninfomanía es la excusa más apropiada; también la más evidente y la menos creíble.
La gracia de las obras de Manara radica precisamente en el hecho de que, ante mejores o peores excusas, las historias en su conjunto son de calidad incuestionable.
Las aventuras de Giuseppe Bergman: Camino oculto. Giuseppe conoce por casualidad a una chica con un trastorno curioso: se cree la protagonista de los cuadros que ve en un libro de Historia del Arte y busca recrearlos en la realidad (los cuadros, claro, incluyen desnudos femeninos). Debido a ello correrá peligro en varias ocasiones y Giuseppe se verá obligado a cuidar de ella.
Revolución. Una nueva Revolución Francesa tiene lugar, pero esta vez el blanco no es la nobleza aristocrática, sino los medios de comunicación y la aristocracia de famosos que han producido. La protagonista, bailarina en un programa de televisión, se ve envuelta involuntariamente en la trama con tan mala suerte que la pillan vestida pero sin bragas.
¿Del dibujo qué decir? Líneas suaves. Empleo genial del sombreado. Técnica magistral, como demuestran las copias de los cuadros en el primero de los dos libros citados. Viñetas grandes, no muy cargadas a no ser que sea necesario, pero llenando el espacio con inteligencia. Dinamismo, expresividad y, sobre todo, una sensualidad que impregna todas y cada una de las líneas del trazado.
Lean, vean, y disfruten en múltiples sentidos.

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