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3/4/08

Ser un capullo

Schopenhauer es un capullo. Schopenhauer me cae bien. Tengo ese defecto; me caen bien los capullos. No todos. Hay determinados capullos a los que no me importaría guillotinar boca arriba (más doloroso y molesto, supongo, que boca abajo, porque la médula se parte al final y no al principio), pero la verdad es que este tipo de capullo tiene mucho de hijo de la gran puta. Schopenhauer es simplemente capullo.
Schopenhauer es un capullo, entre otras cosas, porque es machista hasta puntos inconcebibles e intolerables. ¿Es que hay machismo tolerable? Pues si uno está siendo un machista con una feminista cortapollas, quizás podamos decir que es machismo tolerable. Pero en la época de Schopenhauer no había feministas cortapollas; había, si acaso, alguna feminista normalita y luego, en el ambiente de Schopenhauer, muchas mujeres canelón (todo carne y nada de cerebro) con las que es comprensible que no quisiera tener ninguna relación intelectual (porque eran tontas del culo y no serían capaces de seguirle en sus planteamientos) ni pudiera tenerlas de otro tipo (porque era feo con ganas).
Schopenhauer es un capullo, entre otras cosas, porque defiende en algún momento la eugenesia y tiene otras ideas extrañas acerca de determinados elementos del mundo.
Pero Schopenhauer me cae bien. Espero, dentro de unos años, cuando me pregunten por mis principales mentores, poder responder con orgullo y conocimiento de causa que son Kant (en lo filosófico), Marx (en lo político) y Schopenhauer (en lo práctico). ¿Por qué me cae bien Schopenhauer?
En primer lugar porque le caía bien Kant; alguien a quien la gente normalmente no sabe apreciar. Es un mérito, además, para Kant, cuando Schopenhauer escribe en un momento determinado que cuando los ingleses quieren decir que algo es obtuso e incomprensible suelen utilizar la expresión "It's like german metaphysics".
En segundo lugar porque fue todo lo borde que le dio la gana e hizo siempre lo que consideró oportuno. Siguió firme a sus principios, por muy extraños que fueran, y tuvo una visión filosófica del arte y de la vida profundamente interesante. Es curioso que un tipo sea tan pesimista como para decir que sólo merece la pena una sexta parte de la población mundial y al mismo tiempo estar tan convencido de la corrección de su propia conducta como para incluirse en esa sexta parte.
En tercer lugar porque, paradójicamente, es un tio tan absolutamente pesimista que cuando estás levemente deprimido te alegra el día. Dice él que "la vida es un péndulo que oscila entre el dolor y el aburrimiento" y uno, cuando le lee, siente unas ganas locas de ser la persona más feliz del mundo y de ver la vida como algo maravilloso y sin nada malo.
¿Por qué?
Lógicamente, no vas a dejar que un capullo como Schopenhauer tenga razón.

2 comentarios:

Corpi dijo...

No he leído nunca a Shopenhauer, y me lo acabas de poner a huevo para que no lo lea jamás. Posiblemente me esté perdiendo algo interesante, pero me inclino por otras cosas.
Un saludo.

Oruga Azul dijo...

¡Pobrecillo!¡No quería desprestigiarlo de esa manera!
Sólo es un tipo muy muy muy raro...