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19/9/07

Maniqueísmo

Poniéndome serio (y quizás aburrido) por primera vez en mucho tiempo, paso a reflexionar sobre el concepto que sirve de título a esta entrada:

El maniqueísmo es, por una parte, la confianza en la perfección de uno mismo, de sus ideas y de su moral. Por otra, casi seguro, el desconocimiento de las ideas contrarias o el ignorar voluntariamente una parte de las mismas (tal vez cambiando su sentido).
Es fundamental saber que no hay nada negro o blanco, que nadie posee la verdad completa, pero eso es algo difícil de conseguir porque se teme caer en el relativismo (y, de hecho, eso fue lo que les sucedió a los sofistas contemporáneos a Sócrates).

Históricamente, cuando se establece una división maniqueísta es siempre con una finalidad relacionada con el dominio de una gran masa; atendiendo a esto, encuentro tres tipos de maniqueísmo: el religioso, el político y el revolucionario (estos dos últimos muy relacionados).

El maniqueísmo religioso sirve para dar ejemplo; se distingue entre bueno y malo (Dios y Demonio), y se asigna un destino distinto para el hombre que sigue a uno o a otro (Cielo e Infierno). Haciendo creer a la masa que el Infierno es lo que espera al malo, se consiguen dos cosas: que actúe como debe actuar el bueno (obediencia ciega a la Iglesia) y que confíe en la derrota última del malo (los diferentes mesías de la tradición judeo-cristiana y la Yihad son ejemplos de ello).

El maniqueísmo político dirige a la masa que sigue una ideología en contra de la rival: demoniza la contraria y hace perfecta la propia, cayendo muchas veces en la contradicción. El caso español se retuerce aún más, porque el PP demoniza al PSOE (el rival más potente), haciendo creer a la población que es ésta la oposición de izquierdas cuando no hay nada más alejado de la verdad; se trata de un maniqueísmo mucho más inteligente que no sólo ayuda a la derrota del opositor electoral sino que también evita (aunque no sea el único factor determinante) la presencia de un verdadero partido de izquierdas en los órganos de gobierno.

El maniqueismo revolucionario es, posiblemente, el más interesante de los tres porque va estrechamente ligado a los otros dos. Para llevar a cabo una revolución es necesario que una gran masa se una bajo un mismo mando e ideales; de la división profunda surgen el enfrentamiento y el fracaso. Pero el mando no se sirve sólo de la demonización del contrario para conducir a la masa, sino también de aquellos sentimientos que puedan crear cohesión entre los individuos (el religioso o el nacionalista, por ejemplo).

Volviendo al caso español, el detalle curioso que presenta es que el maniqueísmo de la derecha podría servir a la izquierda si ésta tuviera un partido sólido al frente (aunque no necesariamente muy votado); ante un ataque continuo en los discursos (siempre con argumentación, sin recurrir a recursos demagógicos), la derecha se vería obligada a reaccionar, señalando un nuevo enemigo al que muchos votantes seguirían (todos aquellos que, guiados por esa demonización, votan al PSOE, más los que se abstienen).
El problema de esta estrategia es que también la izquierda se serviría (aunque indirectamente) del maniqueísmo político, cosa que quizás alguno no admita desde un punto de vista estrictamente intelectual; a mí, desde luego, creo que me vale.

4 comentarios:

Corpi dijo...

Muy interesante reflexión. Y la cita de Mao perfectamente enlazable con la entrada.
Un saludo

Oruga Azul dijo...

Efectivamente, fue la cita la que me dio la idea.

Gracias por tu visita n.n

Anónimo dijo...

BIEN ME PARECE ESTE ARTICULO, AUNQUE NO CONOZCO EL AUTOR, ME PARECE QUE EN VENEZUELA DESDE LA LLEGADA DE CHAVEZ SE ESTA VIVIENDO EN UN MANIQUEISMO REVOLUCIONARIO, SI TE IMPORTA MI COMENTARIO, BUSCAME.

Oruga Azul dijo...

Voy a tener que poner un sistema de alertas para los comentarios o algo porque siempre me sorprende alguna nueva visita...

El artículo es mío, claro, y gracias por su elogio. Sin embargo, en cuanto a lo que dices sobre Chávez no sé por qué me da que lo dices como si eso fuera malo.
Lo primero que he de decir, y espero no faltar al respeto, es que me parece que el "maniqueísmo revolucionario" chavista es bastante menos acusado de lo que podría, entre otras cosas, porque no hace falta exagerar demasiado al enemigo después de cosas como el caracazo o el intento de Golpe de Estado (aquel "vacío de poder", ya sabe); un enemigo aficionado al "tiro al civil" (incluso "tiro al pobre", como el La loca historia del mundo) no tiene que ser demonizado. Él solo hace todo el trabajo.

Por otra parte, hay que señalar que el maniqueísmo no es exclusivo de los chavistas, puesto que la oposición se ha preocupado muy mucho de mentir descaradamente acerca de, por ejemplo, el affaire con RCTV para mostrar a Chávez como un dictador cruel y despiadado (y le aseguro que ha funcionado, por lo menos, al 70% aquí en España).

Finalmente, creo que se deduce de lo previo (y creo que también de mi artículo) que, por muy bien o muy mal que podamos ver la posición maniquea, no sólo es útil en determinados procesos políticos sino también estrictamente necesaria para que éstos tengan éxito. Lo que sí es necesario es tener siempre presente que se trata de un "falseamiento" de la realidad que debe desaparecer, por ejemplo, a la hora de contener fuerzas adversas; si el gobierno chavista no se limitara simplemente a "robar" a los ricos venezonalos para mejorar la situación de los pobres, sino que fusilara a venezolanos de "clase media" (y es rara la "clase media" venezolana) en la plaza pública inventando crímenes no cometidos, estaría cayendo en un error y en un gravísimo maniqueísmo.

No sé si me he explicado con claridad, espero su respuesta...