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10/10/08

Reflexiones sobre el derecho laboral

Como pseudomarxista pseudokantiano e intelectualoide, tengo que confesarme al menos medioheredero de la tradición ilustrada y, por tanto, defensor del derecho como regulador de conflictos sociales. Sin embargo, y a pesar de ello, esta semana he tomado contacto académico por primera vez con las leyes a través de Derecho Internacional Público, Derecho Constitucional y Derecho del Trabajo. De la profesora se sabe que es abiertamente fascista; y aquí fascista lo utilizo con toda la fuerza y significación del término porque no es que sea peperufa, sino que hablamos de una falangista de pro.
El caso es que hemos comenzado la primera clase clasificando el trabajo en cuatro categorías con dos tipos opuestos por cada una: Libre/Forzoso, Por cuenta ajena/Por cuenta propia, Dependiente/Autónomo, Remunerado/Benévolo.
La distinción entre "Subordinado/Autónomo" (órdenes de otro/órdenes propias) y "Remunerado/Benévolo" (se hace para cobrar/se hace por ayudar o algo así) no implica demasiados quebraderos de cabeza ni trampa; pero las otras dos tienen una carga político-ideológica que difícilmente esperaba de un derecho orientado a defender precisamente a aquellos que teóricamente deberían constituir el sujeto político del proletariado.
Se supone que el trabajo objeto del Derecho Laboral es remunerado y subordinado por un lado y, por otro, libre y por cuenta ajena.
La pretensión de que uno curra un puñao de horas a la semana libremente en el puesto que buenamente ha encontrado es tan absolutamente insultante que dan ganas de quemar algo. Si hay libertad cuando uno tiene que elegir entre quedarse en el paro y, posiblemente, no sobrevivir, o coger el primer curro que te ofrezcan y vivir explotado, pues que sea libre Nino Bravo. Se nota que es un criterio establecido con un tipo levemente tornado a la diestra...
Pero el otro criterio, el de la "cuenta ajena", es todavía más "gracioso": significa que, supuestamente, el trabajador no corre riesgos cuando ejerce su trabajo ya que su sueldo no depende de cómo le vaya el negocio al inversor.
¡Me encantaría saber que dice acerca de semejante gilipollez cualquiera de los despedidos en las últimas semanas gracias a la crisis y la disminución en ventas/consumo! El trabajador depende siempre enteramente de cómo funcionen las inversiones del jefe porque, si salen mal, se va a la puta calle; y da igual que el capital invertido no sea el suyo, porque su suerte y su futuro dependen enteramente de cómo le vaya al jefe y de cuánto gane el susodicho.
Fatalmente sorprendido, por tanto, por el carácter burgués y terriblemente justificador del orden económico de un derecho que yo esperaba mucho más crítico y combativo con un mundo que es evidentemente hostil para aquellos sujetos a los que el derecho presumiblemente protege.

2 comentarios:

Corpi dijo...

Si al empresario le va mal, el trabajador a la puta calle, pero si le va bien, o muy bien, sigue trabajando lo mismo y cobrando lo mismo, eso sí, el empresario a forrarse.

Anónimo dijo...

Lo que deberia existir es una igualdad de condiciones, por eso abogan muchos laboralistas, porque los empleados tengan mejores condiciones laborales y que no sean vejados sus derechos.