Día I
Son las 18:25. Acabamos de llegar al albergue (Rodrigo y yo) después de un viaje poco complicado en metro. Por algún motivo extraño no conseguimos que el WiFi funcione; ahora le preguntaremos a la sevillana que hemos descubierto entre el personal del albergue. Ahora vamos a ir a comprar comida y luego quizás demos un paseo.
Son las 23:00. Hemos vuelto de un largo paseo por Montmatre con visita a los dos Moulins (el Rouge y el otro), llegando a la Plaza de la Ópera (pedazo de palacio que tiene) para coger el metro y volver.
Antes de salir comimos en abundancia y descubrimos que hoy en el albergue actúan unos grupos punkarras (uno de ellos español). Ha sido un día cansado, pero no quiero imaginar cómo será mañana.
Nota sobre Rodrigo: Hoy ha dicho varias salvajadas de las que no quiere que deje constancia por su contenido (siempre bromeando, claro) machista, antisemita, y en varios sentidos prejuicioso.
Nota sobre el aeropuerto: Encontramos a una señora de obesidad mórbida que tiene una especie de cacharro de metal infernal para apresar dragones que le sirve como portaequipaje, andador y silla dependiendo de cómo lo use y lo coloque (no es por cachondearnos de la necesidad de la mujer, sino que el invento era la leche).
Nota WiFi: El negro gigante que trabaja en el albergue nos arregla el problema y ya tenemos interné.
Nota gastronómica (I): Recordar que la absenta es ilegal en Francia para próximas ocasiones.
Día II (o “Muerte en París”)
Son las 19:00. Hace más o menos una hora que hemos llegado. Un acordeón suena en la calle (¡oh, mierda!, es el ordenador), judíos ortodoxos circulan constantemente bajo nuestra ventana, Rodrigo lee prensa en Internet y yo escribo.
Para hacer la narración de lo acontecido hoy de forma más agradable, utilizaré un planteamiento metafórico. Nuestra Divina Comedia comienza.
INFIERNO
Después de morir (de sueño), lo primero que hicimos fue ir, como es evidente, a Pere-Lachaise para enterrarnos (pasando previamente por un parque precioso en Belleville). La masificación de muertos es terrible, y el camino hacia el final del túnel es un infernal atasco, nunca mejor dicho, que no se evita ni yendo en moto. Rodrigo baila con (sobre) los soldados franceses caídos en Argel y hablamos con Oscar Wilde, a quien damos recuerdos, por si acaso, para Jim Morrison.
Después vamos al Pateón, donde presentamos nuestros respetos al ausente Marat (le dejamos una rosa que encontramos en el cementerio; no en una tumba, claro), y también le digo “hola” a Malraux. El péndulo de Foucault nos despide con un leve balanceo.
Nota musical (I): Me duelen los pies de ser tan guapo.
Nota sesentayochesca (II): Adoquín gigante capturado; Rodrigo se deja la espalda.
PURGATORIO
Vamos a Versalles para ver el Palacio y tenemos que aguantar una larguíiiiisima cola para entrar (hora y media sin una puta sombra con una pinta de guiri impresionante); normal, si tenemos en cuenta la masificación previa. Recuerda a la subida por la montaña del Purgatorio en La Divina Comedia.
Luego vemos el interior del palacio. Muy bonito, muy lujoso, muy artístico, pero terriblemente aburrido y lleno de gente (lógico, con la cola que había).
PARAÍSO
Los jardines del palacio son un jodido lujo, pero claro, se sigue notando que una cosa son “los que mandan” y otra “el pueblo llano”; ellos en minitren o cochecito y nosotros a caminar por un sitio terriblemente inmenso y con sombras parciales. El calor y el sol lleva la contraria totalmente a la previsión meteorológica, que anunciaba cielos nublados y lluvias (eso sucederá durante todo el viaje).
Nota cinematográfica: Mel Brooks dijo “Es bueno ser rey” y ya sé a qué se refería.
CONCLUSIÓN
¿”Dios es amor”?¡Una puta mierda! La muerte es como un largo atasco provocado por causas naturales (fallos cardiacos, por ejemplo), artificiales (chutes desmesurados, por ejemplo) y burocráticos (todos).
Luego sí, es cierto, encuentras sillas que parecen comodísimas; pero la mayoría están cercadas por el cordoncito VIP. Y también el lugar es idílico, pero las distancias son enormes y los taxis igual de caros.
Woody Allen se preguntaba no sé dónde si el Más Allá estaría muy lejos del centro. La respuesta es “no”.
Me voy a la ducha.
Día III
Hora no especificada, calculo que me puse a escribir a eso de las 21:00.
Breves apuntes sobre el final de la jornada de ayer:
[Vino de Oporto con la cena] + [Chupito extraño servido con Red Bull; imagínese la carga de alcohol] + [Tres cervezas] = [Borrachera “seria”]
Hablando con australianas en inglés (metiendo palabras en francés, como “mais” en vez de “but”) sobre la diferencia de pronunciación entre “live” y “leave”. Vuelvo al cuarto. Rodrigo tardará más en volver. Ducha fría con tambaleos por el pasillo. Mareos en la cama. Me duermo bocabajo diciéndome que “si vomito, al menos, no moriré ahogado”.
Con semejante fin de día, nos ponemos en marcha a las 7:30-7:45. Desayunamos y vamos hacia el Louvre con contratiempos (me dejo el pase de museos, vuelvo a buscarlo y olvido la botella de agua). Anulamos el plan de asistir a unas conferencias y en su lugar morimos a base de museos; Louvre, Rodin, Pompidou, alcantarillado, tumba de Napoleón, Arco del Triunfo, Sainte Chapelle y Nôtre-Dame. No en ese orden, pero se hace uno a la idea de la paliza que supone.
No hay quejas aparte de las de mis pinreles, si omitimos el hecho de que, de nuevo, el Pompidou, dedicado a arte contemporáneo, resulta ser una putísima mierda (llena de obras de nuevos “artistas” que parecen querer tomarme el pelo –o sea, llena de “mierdecitas”-; mi venganza será terrible, lo advierto). Lo salvan de la condena a arder entero los picassos, dalís, mondriens, mirós y otras joyitas de categoría.
A descansar, que ya nos vale por hoy.
Nota musical (II): Me huelen los pies de ser tan guapo, one more time.
Nota gastronómica (II): Cenamos un crêpe del puesto que tiene cerca del albergue el Dios de los crêpes; lo es en preparación (ingredientes y método) y en sabor.
Día IV
Son las 18:45. Nos levantamos a las 8, desayunamos y nos ponemos en camino. Primero vamos a comprar comida y luego visitamos la Torre Eiffel, los Campos de Marte, Montparnase, los Jardines de Luxemburgo, librerías y FNAC de la plaza de la Bastilla. También hemos vuelto a Pere-Lachaise para presentar a Jimmy nuestros respetos.
Ha habido más líos con nuestra reserva y creían que nos íbamos hoy cuando no hacemos marcha hasta mañana. Afortunadamente he pagado lo que faltaba y yastá.
Nota sesentayochesca (II): Adoquines (más pequeños que el del otro día) capturados.
Nota sesentayochesca (III): Visita a la sede del PCF.
Nota musical (III): Compro un CD de canciones de Boris Vian (tiene una versión cantada del Código de Circulación).
Nota literaria (I): Compro libros a lo bestia de Boris Vian.
Día V
Son las 15:55 y esperamos para subir al avión. Por la mañana visitamos el museo de Orsay (Lautrec, Degas, Manet, Monet, ¡y un Bouguereau!) y vamos a ver una exposición de pintadas del 68.
Vuelta al albergue, coger las maletas (bastante más pesada por los libros y el adoquín) y camino al aeropuerto.
Jugar al Worms, cola inmensa para facturar, detector de metales (el capullo del control me secuestra mi mosquetón de emergencias cuando ha pasado sin problemas otros tres controles de aeropuerto; hijo de…).
Nota ilegal: A Orsay entramos falsificando nuestro pase para museos; el 3 de Mayo se convierte, mágicamente, en 5. No se fijan en el pase para nada, de verdad.
Nota pañuelesca (world is a handkerchief): Volvemos en el mismo vuelo que Marianela, una compañera de la universidad.
Nota-conclusión: Rodrigo y yo estamos de acuerdo; París es una ciudad para ver con tu pareja y no con un colega (ejem, ejem).
Ya sé que los nombres de los sitios están puestos con los pies, pero no me apetecía buscar las grafías correctas (tantas tildes pa ná, de verdad...). Fotos aquí.
2 comentarios:
Que envidia, cabrones. A mí el viaje a París me lo amargaron mis padres.
Jajajajaj. Sí, lamentablemente siempre puede ser peor...
Acabo de actualizar la entrada porque me había dejado un link sin poner. Concretamente el de "Me duelen los pies de ser tan guapo".
Publicar un comentario