Ahora que ya ha pasado suficiente tiempo desde las elecciones municipales y autonómicas, pero quedan cercanas (más o menos) las generales, es el momento para reflexionar acerca de esos minutos de fama que, teóricamente, todo ser humano tiene reservados y que, por impaciencia, se encarga de buscar cada vez que puede.
¿Por qué hacer el idiota delante de una cámara de televisión que graba un suceso?, ¿por qué entrometerse en las fotografías ajenas (sea con mala leche o con envidia)?, ¿por qué convertirte en candidato electoral, si “eso no sirve pa ná”?...
El ser humano, como animal que es, se presta a ser calificado con insultos; y yo, como ser humano y animal que soy, adoro calificar, generalizar, escribir porque sí y, en suma, decir gilipolleces (que para eso estamos). El ser humano es un “engendro de la naturaleza” / “creación de Dios” / “proyecto genético de unos alienígenas malvados” / “lo que te dé la real gana” que está acostumbrado a hacer las grandes gilipolleces; cuando uno ve a un semejante que puede ser calificado como gilipollas (tonto es el que hace tonterías, gilipollas el que hace gilipolleces), suele decir “Yo jamás haré eso”, pero, de repente, un día, hay un incendio en el bloque de viviendas situado frente al tuyo y, mientras una persona está muriéndose en una camilla y un reportero da la noticia, saludas a la cámara y enseñas tu camiseta que dice “Genius at work”. O, quizás, vas a la boda de tu mejor amigo y, como su novia es muy fea, en vez de tirártela y joder el compromiso, decides ponerte por delante en la foto (sabiendo que el fotógrafo les cobrará un plus por el agravante). O, por último, decides fundar el PPP (Partido Por las Palomas) y presentarte a las próximas elecciones llevando como propuesta electoral la construcción de nuevas estatuas que sirvan como cagadero a estos simpáticos animales (así la oposición respondería pagando continuas proyecciones de Los pájaros, de Alfred Hitchcock; finalmente, saldría el representante del colectivo aviar, un avestruz, diciendo que se vive una situación de crispación –tras toser accidentalmente, se creería que está enfermo de gripe aviar y sería asesinado por una muchedumbre furiosa-).
¡MUERTE A LAS AVESTRUCES!
3 comentarios:
el hombre y otras bestias
Miau?
Desde luego ya no es tan fácil decir la célebre frase: "LA FAMA CUESTA".
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