Mi intención es que esta primera entrada sirva de introducción a lo que va a ser mi blog si consigo, claro está, mantenerme constante y escribir de forma más o menos periódica (aunque soy partidario de hacer lo mismo que Saramago y no escribir si no hay nada que contar).
Hay tres preguntas básicas que me veo obligado a responder aquí, así que, en vez de contar cualquier chorrada y perder más tiempo, voy a ello:
-¿Por qué el título de la entrada es "¿Por qué...?"?
-Pues porque las tres preguntas empiezan así, ¿Por qué...?
-¿Por qué empezar a escribir un blog?
-Porque llevaba tiempo queriendo hacerlo y el 20 minutos me ha dado el empujoncito que necesitaba.
-¿Por qué mancillar una cita de Cicerón para darle nombre al blog?
-Porque vemos cómo el tiempo se pierde y perdemos el tiempo de una forma tan estúpida que la única explicación razonable (sin recurrir a más adjetivos calificativos) que encuentro es que somos como pequeños ratoncitos (mus, muris = ratón) de laboratorio en medio de un experimento complejísimo que puede estar dirigido (o quizás no, aunque suene imposible) por alguien (o algo).
En cualquier caso, en un Universo tan grande, somos como insignificantes ratoncillos que, al igual que los entrañables roedores, pueden llegar a dar mucho miedo cuando se hacen notar.
Hay tres preguntas básicas que me veo obligado a responder aquí, así que, en vez de contar cualquier chorrada y perder más tiempo, voy a ello:
-¿Por qué el título de la entrada es "¿Por qué...?"?
-Pues porque las tres preguntas empiezan así, ¿Por qué...?
-¿Por qué empezar a escribir un blog?
-Porque llevaba tiempo queriendo hacerlo y el 20 minutos me ha dado el empujoncito que necesitaba.
-¿Por qué mancillar una cita de Cicerón para darle nombre al blog?
-Porque vemos cómo el tiempo se pierde y perdemos el tiempo de una forma tan estúpida que la única explicación razonable (sin recurrir a más adjetivos calificativos) que encuentro es que somos como pequeños ratoncitos (mus, muris = ratón) de laboratorio en medio de un experimento complejísimo que puede estar dirigido (o quizás no, aunque suene imposible) por alguien (o algo).
En cualquier caso, en un Universo tan grande, somos como insignificantes ratoncillos que, al igual que los entrañables roedores, pueden llegar a dar mucho miedo cuando se hacen notar.
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